Este grandioso don lo tengo desde los seis años de edad que yo me acuerde. Yo siempre me veía iluminado por una luz radiante y siempre veía muchos niños y niñas jugar conmigo, veía un arcoíris en las personas, en los animales, en el agua y en mí mismo, pero yo no sabía qué era eso; al pasar el tiempo me di cuenta que yo era un ser especial al escuchar una voz en mi interior que me decía: tú le sirves a Dios con la mente. Así fui tomando conciencia de lo que yo ahora le llamo el poder áurico, este maravilloso poder de ver en las personas ese templo de luz que muchas personas lo llaman aura, para mí es un templo energético que dependiendo como brille a si mismo actúa el ser humano. Por medio de mis seres invisibles puedo comprender a una persona con tan solo mirarle sus energías, simplemente colocándole las manos en la corona, un vaso de agua en sus manos, con tan solo mirar una foto, con su nombre y fecha de nacimiento o con una prenda, le puedo mostrar que puntos están bloqueados y que hace que no se le den las cosas, que viva deprimido, enfermo o que no triunfe en ningún campo.